AMERICANOS, ARTISTAS, RADIOFONISTAS…
¡Hola! Me presento: soy Cal Passió, y me encontraréis en la calle de Sant Roc de Vimbodí i Poblet, en la zona conocida popularmente como las calles ‘de dalt’ (de arriba). Tengo un nombre apasionante, ¿verdad? Y también bastante antiguo. Diría que tiene que ver con la Semana Santa, o quizá con algún otro tipo de pasión… ¡Quién sabe! Soy una casa muy antigua, y si ahora me veis tan bien es porque estoy viviendo una tercera juventud. Mis propietarios actuales, la familia Alfonso-Hernández, me rehabilitaron y convirtieron en alojamiento turístico en 2022, después de haber pasado cinco décadas sola y sin demasiada vida interior. Eso sí, en los años ochenta del siglo veinte reviví temporalmente: albergué los estudios de la radio del pueblo, Ràdio Vimbodí FM, cuyas voces y músicas marcaron a toda una generación. ¡Todo un honor! Pero mucho antes ya había vivido otras muchas historias interesantes. Como ya habréis leído en el encabezamiento, también he estado vinculada a americanos y a artistas: dentro de mí, el gran pintor Adrià Campdesuñer ideó y creó muchas de sus obras… Pero, vayamos paso a paso…Mis orígenes se pierden varios siglos atrás: algunos elementos de mi estructura interior, como el lagar, así lo demuestran. Pero en 1934 me ampliaron y redecoraron por obra de mis propietarios de entonces: Joan Torres, quien había sido capitán de caballería en Cuba, y su esposa, Maria Anglès. Ambos habían vivido en lo que fue colonia española a finales del siglo diecinueve, y fue allí donde nacieron algunos de sus cinco hijos. Cuando el pueblo cubano logró la independencia, en 1898, los Torres-Anglès regresaron y se instalaron en la ciudad de Barcelona. Sin embargo, mantuvieron los vínculos con Vimbodí y venían de vez en cuando a visitarme. Su estancia americana quedó reflejada en mi fachada, con azulejos del color de las aguas de ultramar. Por fuera, estoy hecha en estilo ecléctico, con elementos novecentistas. Y por dentro, luzco paredes de piedra y ladrillo, vigas de madera y un mosaico hidráulico muy original.
Una de las hijas de la familia, Laudelina Torres Anglès, nacida en 1890 en la ciudad cubana de Camajuaní, se convirtió en mi siguiente propietaria. Laudelina, conocida popularmente como ‘la Passiona’, se casó en 1938 con el pintor y escenógrafo barcelonés Adrià Campdesuñer Vendrell. Apenas casados vivieron un año en Barcelona y después se instalaron aquí, huyendo de una desolada ciudad que estaba a punto de iniciar el largo período de posguerra. Cal Passió acabó siendo el lugar de residencia definitivo de la pareja, que no tuvo descendencia. Para el pintor Campdesuñer, su único legado fue artístico: cientos de magníficos cuadros inspirados en personas y paisajes de Vimbodí i Poblet.
Adrià Campdesuñer había nacido en 1891 en la calle Princesa, en Barcelona (en el número 16, donde, curiosamente, 120 años después abrió el Museo Europeo de Arte Moderno, MEAM), y fue bautizado en la iglesia de Santa Maria del Mar. Sus padres se habían instalado en la capital catalana después de haber vivido unos años en Argentina. Como ven, tengo vínculos con América por partida doble… Cuando aún estaba soltero, Campdesuñer trabajó diseñando decorados para el Teatro Parthenon, en la barcelonesa calle de Balmes, y pintando para la Casa de tapices Ferran Montfalcon, en la calle Boters.
A lo largo de su vida artística, tanto en Barcelona como en Vimbodí, también creó numerosos retratos, paisajes y pinturas religiosas, unas obras que tenían mucha aceptación y que él vendía principalmente a clientes particulares. De su trayectoria, destaca su participación como pintor en el retablo de la Virgen de Montserrat de la iglesia de Vimbodí, diseñado por el gran arquitecto Josep Maria Jujol, colaborador de Antoni Gaudí, o la creación del cuadro gigantesco que preside el altar de la ermita dels Torrents de nuestro municipio, con figuras inspiradas en obras de Ticiano, Reni, Murillo o Ribera. También realizó pinturas para otras iglesias y conventos de Cataluña, o para particulares de dentro y fuera del país. Y aquí en Cal Passió también podrá contemplar algunas, realizadas con una técnica muy cuidada. Estoy segura de que os gustarán.
Adrià Campdesuñer murió en 1946, a los 54 años, en plena madurez creativa. En 2016, coincidiendo con el 125 aniversario de su nacimiento y el 70 de su muerte, el Ayuntamiento de Vimbodí i Poblet organizó numerosos actos para homenajearlo y creó el concurso anual de pintura rápida que lleva su nombre y el de otro destacado pintor local de la época, Joan Potau Martell. Pero no creáis que ellos dos fueron los únicos grandes artistas que tenemos en el pueblo, ¿eh? También vivió otro gran pintor: Damià Roig Fa, que alcanzó los 105 años de edad. Y, sin ir más lejos, la esposa de Campdesuñer, Laudelina Torres, también hizo sus pinitos como pintora cuando era joven. Por ello, el pintor la inmortalizó con la paleta de artista en la mano en un cuadro que hoy se conserva en el Ayuntamiento. Cuando se quedó viuda, siguió residiendo aquí hasta su muerte, en 1971, a la edad de 81 años. A partir de ese momento, mi puerta se cerró a cal y canto, y permanecí sola durante años…
Después de casi una década cerrada, desperté de mi sueño en los años ochenta, gracias a las voces jóvenes y optimistas que emitían programas de radio desde mis entrañas. En la planta baja se instaló la emisora Ràdio Vimbodí FM, a cargo de voluntarios del pueblo. El locutorio se ubicaba en la actual sala de juegos, mientras que la cabina de sonido se situaba en el interior del viejo lagar, donde ahora se halla la biblioteca. Ambos espacios estaban separados por una pared de cristal. Y en lo que respecta al resto de la planta baja, la entrada servía como sala de espera. Durante un tiempo, la música y los programas radiofónicos llegaron a las casas de todo el pueblo, hasta que la emisora se trasladó a otro lugar. Entonces, el silencio volvió a reinar en mi interior…
Aunque ahora quiero hablaros del presente, y de mi nueva vida. En 2022 renací convertida en un alojamiento turístico para todo aquel que quiera venir a disfrutar de nuestro pueblo y de su entorno. ¡Atractivos no nos faltan!
Y si me lo permitís, y sin querer ser pretenciosa, yo misma me considero otro atractivo a tener en cuenta: conservo la forma y el carácter originales de quienes me han precedido, pero por dentro estoy totalmente renovada y adaptada a las comodidades que piden los nuevos tiempos. Mis propietarios -M. Carme, Enric, Jofre y Torrents- procuran que esté bien equipada y que no me falte de nada. Y los mayores de la familia, con experiencia en el mundo del turismo y del comercio, les dan buenos consejos para que mis huéspedes disfruten de una estancia perfecta.
Ya me habéis conocido un poco. ¡Ahora, os invito a que os adentréis y os acomodéis en mis espacios, como si estuvierais en vuestra casa!